27/06/2020

TN Rituales | La Luthería y el arte de hacer violines en cuarentena

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El “ritual” de un luthier en cuarentena, un oficio ancestral acostumbrado a superar las pandemias

Mientras el país está paralizado, Lionnel Genovart aplica los métodos del siglo XVI para hacer violines notables.

La luthería, el oficio de crear instrumentos musicales, es una actividad ancestral que se transmite de generación en generación y hoy encuentra en las manos del argentino Lionnel Genovart a uno de sus más brillantes exponentes. Este artesano de la música, reconocido en el mundo, se refugia de la pandemia en pleno centro porteño. Y lo hace de la misma manera que alguna vez lo hicieron todos sus predecesores: entre óleos, maderas y un clásico ritual que nació en tiempos de la peste bubónica y sobrevivió inalterable a la peste negra, la gripe española y el cólera; por lo que nadie duda que superará de la misma forma al COVID-19.

Genovart, delgado, de metro noventa y rulos, abre la puerta gris de la calle Uruguay con un barbijo y se lamenta de no poder darle la mano al equipo de TN.com.ar y ofrece, a cambio, una pregunta: “¿Se imaginan lo que hubiera sido la cuarentena sin música?”. Nadie sabe si el luthier tiene en la cabeza cómo habrán pasado sus cuarentenas algunos de los más grandes lauderos de la historia: en 1500, cuando Andrea Amati empezó a darle forma al violín tal como lo conocemos hoy, no se podía poner “play” para conectarse con los sonidos ni ver películas en distintas plataformas. Quizás por eso, sin distracciones, hizo tantos instrumentos.

Mientras permanecen cerradas casi todas las actividades comerciales que se encuentran a la redonda en el microcentro porteño, no deja de llamar la atención que las luces del taller de Genovart se prenden todos los días. Mientras charla con TN.com.ar, el luthier está dándole los toques finales al primer violín que hizo en cuarentena. “Hablé por teléfono con el violinista que me lo encargó, acordamos qué tipo de instrumento buscaba, le mostré un diseño Ruggeri y enseguida empecé a trabajar, cuenta.

En la segunda sala del atelier hay un escritorio, otra vitrina con instrumentos que están a la venta y es el ambiente que más sufrió con la cuarentena. Es que allí habitualmente es donde los músicos “conocen” a sus próximos instrumentos. Es donde prueban sonido y el ritual del luthier deja de estar ligado a la madera para pasar al plano de la psicología. “Me pasa que muchos violinistas vienen en los días previos a sus audiciones. Algunos llegan convencidos de que con un toque mágico puedo mejorar el sonido de su violín, pero yo trato de conversar con ellos para que comprendan que el primer instrumento que tienen son ellos mismos, asegura.

Genovart lo explica así: “Los instrumentos vibran, así se genera el sonido, ¿no? Nosotros vibramos también. Cuando un músico viene a probar un violín, cualquiera sea, uno se puede dar cuenta de que esa vibración es empática o no. Aunque a veces tardan en expresarlo, enseguida me puedo dar cuenta de que ese violín es para ese músico”. Todo eso pasaba en la segunda sala hasta el 20 de marzo, pero ahora los violines se quedaron esperando por sus instrumentistas. El ritual social del luthier sí fue afectado por la pandemia. “Las obras que hacemos se completan cuando el músico las aprueba, si ellos no pueden venir mi trabajo va a estar incompleto siempre”.

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